ENCUENTRO Y REENCUENTRO DE LAS MUJERES


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(Ponencia que presentaron las compañeras de UníoS por el Día Internacional de la Mujer, Coyoacán, 9 de marzo de 2008)

Encuentro y reencuentro de las mujeres

 

Karina Santana

 

Los opresores que quieren dominar nuestro mundo, nuestros países, nuestras comunidades, nuestras tierras, han querido desde siempre arrinconar a las mujeres, específicamente a las más pobres, a las más desamparadas. Han querido que asumamos el papel más pequeño en la sociedad.

A nosotras, madres, hijas, abuelas, trabajadoras, campesinas, jóvenes, estudiantes, han querido mantenernos atadas a los hogares, a las tareas domésticas, a las más desventajosas condiciones de trabajo, a la discriminación, a la sumisión, al abandono.

No somos las únicas explotadas y oprimidas de la Tierra, pero formamos parte del sector más explotado y oprimido por los señores del dinero y por los malos gobiernos.

Somos sojuzgadas, discriminadas. El horizonte de nuestras vidas se acorta cuando se nos impone como destino el de ser sólo “amas de casa”, aparato de reproducción, pareja sexual.

Somos explotadas. En miles de centros de trabajo del país, las mujeres tenemos acceso a escalafones de ascenso demasiado cortos. Muchas veces se nos castiga por no ceder a hostigamientos sexuales, por tener hijos o por tener que atenderlos.

Somos despojadas. A nosotras, a nuestras familias, a nuestras comunidades, nos arrebatan la vivienda, como enTepito; nos arrebatan el trabajo, como en decenas de fábricas que se niegan a darnos trabajo de base o se cierran sin previo aviso; nos arrebatan la tierra, como en decenas de comunidades indígenas y agrarias; nos arrebatan la libertad, y la dignidad como ocurrió en San Salvador Atenco.

Somos reprimidas. Muchas de nuestras más valientes compañeras, como en Atenco o en Oaxaca, han sufrido persecución, vejaciones, abusos de autoridad, sólo por defender sus derechos o por reclamar justicia.

Ahora la desigualdad, el empobrecimiento de las condiciones de vida, la condena a muerte contra el suelo agrícola y el despojo de nuestras tierras nos está convirtiendo también en migrantes.

Para el sistema de dominación capitalista que impera en el país, para el régimen político de los opresores y para los malos gobiernos, los explotados y oprimidos deben callar y obedecer. Sobre todo si somos mujeres, y más si somos mujeres indígenas.

Y sin embargo, en el país, son muchas las mujeres que se están levantando para reclamar para sí la conducción de su destino, y para participar también en la definición del destino de sus familias, el de sus organizaciones y el de sus comunidades.

Las mujeres estamos tomando parte ya de las más importantes movilizaciones sociales del país. También lo estamos haciendo en los más importantes esfuerzos de organización autónoma, independiente. Son las mujeres de Atenco, las de Oaxaca, pero también las viudas de los mineros de Pasta de Conchos. Las hemos visto en las movilizaciones de estudiantes y trabajadores universitarios, en las organizaciones urbano-populares. Las mujeres ya estamos tomando nuestro lugar en esta lucha, y el más claro ejemplo de esto lo constituyen las mujeres de las comunidades zapatistas.

Las mujeres trabajadoras tienen, ciertamente, sus propios problemas específicos. Y esos problemas específicos no hacen sino darles más motivos para organizarse y para luchar. Para esto es preciso juntarnos, unirnos, platicar con más mujeres, para descubrir que a fin de cuentas el problema no es la lucha ni la competencia contra el hombre, sino el de lograr ser nosotras mismas, para que así, reuniendo más fuerzas, podamos estar en condiciones de confrontar el verdadero problema: el orden social capitalista, ese orden que hay que subvertir para aspirar al cambio social que haga realidad la libertad, la justicia y la igualdad.

Todas, como mujeres, que aparentemente tenemos problemas distintos, más allá de ser mujeres, tenemos el poder de subvertir ese orden económico y social que propicia las penurias, las injusticias, la explotación, la opresión, la discriminación. Porque a fin de cuentas sólo subvirtiendo ese orden podremos empezar a hablar en el lenguaje común de los seres humanos, ése que solemos dominar mejor las mujeres, es decir, hablar de libertad, democracia y justicia.

La Otra Campaña, quienes estamos participando en ella, tenemos aquí una de nuestras principales tareas: promover la formación de organizaciones de mujeres como espacios para compartir ideas, aspiraciones y propuestas, como espacios que hagan posible el encuentro y reencuentro de las mujeres.

Unidad Obrera y Socialista

8 de marzo de 2008

Publicado por mujeresylasextaorg

Mujeres que Luchan, adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Anti patriarcales y Anticapitalistas

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